Uno de esos vecinos que suelen ver reflejadas en alguna
publicación nuestra sus preocupaciones respecto a nuestra ciudad amagó con
borrarse de la suscripción de dicha revista porque “trae noticias viejas”.
Creo que fue inútil aclararle que las últimas dos ediciones
se habían atrasado por una serie de dificultades económicas bastante graves por
las que estaba atravesando yo, su director.
El quiere enterarse lo antes posible de lo que pasa y en
realidad tampoco tenía idea que un medio local podía tener problemas
económicos.
Algo motivado es que me decidí a publicar en la próxima
edición un cuadro que ilustra las peripecias de un medio zonal traducida en
moneda contante y sonante que es la única que le aceptan a quien esto escribe a
la hora de comprar y contratar lo necesario para poder editar y antes y después
de ello, para poder vivir.
Después de 18 años, si bien sigo despierto y abierto a
aprender y dejarme sorprender, La Voz de Ituzaingó en todas sus formas no
constituye una preocupación, sino una fuente de placer, sin embargo una idea
ronda mi cabeza permanentemente: ¿cómo lograr que sea sustentable en el tiempo
y un poquito más… ¿qué pasará con La Voz como espacio para el vecino donde
expresarse con total libertad cuando Daniel Galst ya no pueda ocuparse de él?
Pensando en términos de pura egolatría, la frase: “La Voz
era grande cuando Daniel estaba vivo” sonará gratificante para alguno.
Como no es mi caso, voy a seguir luchando cada día para que
usted y cada uno de ustedes comprenda lo importante de respaldar un medio zonal
que se precia de abrir un espacio para todos y cada uno.
Estamos pensando en diferentes formas de llevar esto a la
práctica para que LA VOZ siga estando viva, siga siendo clara y alta y que
pueda contar con un archivo periodístico de Ituzaingó que sería un orgullo para
toda la provincia.
¿Cuento con usted?
Acepto sugerencias al celular 15 6665 1010
Daniel Jorge Galst