AGOSTO 2010


Uno de esos vecinos que suelen ver reflejadas en alguna publicación nuestra sus preocupaciones respecto a nuestra ciudad amagó con borrarse de la suscripción de dicha revista porque “trae noticias viejas”.
Creo que fue inútil aclararle que las últimas dos ediciones se habían atrasado por una serie de dificultades económicas bastante graves por las que estaba atravesando yo, su director.
El quiere enterarse lo antes posible de lo que pasa y en realidad tampoco tenía idea que un medio local podía tener problemas económicos.
Algo motivado es que me decidí a publicar en la próxima edición un cuadro que ilustra las peripecias de un medio zonal traducida en moneda contante y sonante que es la única que le aceptan a quien esto escribe a la hora de comprar y contratar lo necesario para poder editar y antes y después de ello, para poder vivir.
Después de 18 años, si bien sigo despierto y abierto a aprender y dejarme sorprender, La Voz de Ituzaingó en todas sus formas no constituye una preocupación, sino una fuente de placer, sin embargo una idea ronda mi cabeza permanentemente: ¿cómo lograr que sea sustentable en el tiempo y un poquito más… ¿qué pasará con La Voz como espacio para el vecino donde expresarse con total libertad cuando Daniel Galst ya no pueda ocuparse de él?
Pensando en términos de pura egolatría, la frase: “La Voz era grande cuando Daniel estaba vivo” sonará gratificante para alguno.
Como no es mi caso, voy a seguir luchando cada día para que usted y cada uno de ustedes comprenda lo importante de respaldar un medio zonal que se precia de abrir un espacio para todos y cada uno.
Estamos pensando en diferentes formas de llevar esto a la práctica para que LA VOZ siga estando viva, siga siendo clara y alta y que pueda contar con un archivo periodístico de Ituzaingó que sería un orgullo para toda la provincia.
¿Cuento con usted?
Acepto sugerencias al celular 15 6665 1010

Daniel Jorge Galst